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  • G nesis y antecedentes Juan

    2019-05-18

    Génesis y antecedentes Juan María Gutiérrez nace en Buenos Aires, meses previos inos inhibitor la Revolución de Mayo de 1810, donde las efemérides continentales marcan el inicio de la independencia del Río de la Plata y de casi todas las regiones dominadas por el imperio español. Es, por tanto, hijo del movimiento emancipatorio y inos inhibitor fervoroso adherente de la causa libertaria. La generación a la que pertenece, presidida por el poeta-ideólogo romántico Esteban Echeverría, se autoproclama heredera y defensora de los postulados de Mayo y, en tanto tal, juzga su deber sentar las bases, echar los cimientos —metáfora cara a los escritores del período— del edificio social, en todos y cada uno de los aspectos que lo componen. Al menos dos nombres ha utilizado la crítica para referirse al grupo. El primero de ellos y el más generalizado es el de generación del 37, por ser justamente en 1837 cuando se inaugura el mítico Salón literario de Buenos Aires (homologable, en más de un sentido, a la Academia de Letrán), promovido por Marcos Sastre y en el que participan activamente Echeverría, Gutiérrez y Juan Bautista Alberdi. El Salón propicia el inicio de una larga y profunda reflexión en torno a la literatura nacional; pero no solo ella, sino que extiende su objeto a la realidad en su conjunto, a todo el vasto espectro de inquietudes que conforman la vida pública y la sociabilidad en su alcance más amplio. La vida del Salón es breve (no así su influjo): transcurridos apenas seis meses, Juan Manuel de Rosas —caudillo argentino por antonomasia— ordena su clausura. Desde entonces, sus miembros cruzan uno a uno la anchura del Río de la Plata para llegar a Montevideo e iniciar en la capital uruguaya un largo y penoso exilio. En esta circunstancia hace foco la otra denominación preferida por los historiadores de la literatura, la de generación de los proscriptos. Son muchos los pensamientos, muchas las obras y aún más las iniciativas de esta “provincia semoviente”. Ciñéndome al tema que nos ocupa, solo agregaré a estos párrafos preliminares que hacia 1842 ya está bosquejada la estructura fundamental de la Colección de poetas del Río de la Plata, antecedente regional y proyecto hermano de la América poética. Esta recopilación resulta de la sociedad de los uruguayos Andrés Lanas y Teodoro Vilardebó con los argentinos José Rivera Indarte y Juan María Gutiérrez, quienes se propusieron formar una colección lírica, antecedida —según rememora Bartolomé Mitre— por una historia de la poesía americana y coronada con un apéndice de notas críticas, biográficas, históricas, geográficas y científicas (cfr. Rocca: xxxi). Esta obra corrió una suerte azarosa: desperdigados sus autores, atravesada por bloqueos y sitios, archivada y olvidada luego, permaneció inédita por más de 160 años. Pablo Rocca, responsable de este rescate bibliográfico, da a rhizome conocer en 2011 en un mismo volumen los dos textos sobrevivientes:
    Ampliación americanista El epistolario de Gutiérrez constituye una fuente documental indispensable a la hora de rastrear la gestación de la América poética. El primer asomo de esta idea data de agosto de 1844, en una carta dirigida a Esteban Echeverría: De esta breve cita se desprenden algunos argumentos que conviene destacar. Por una parte, revela que el plan editorial de Gutiérrez determina su movilidad y condiciona su futuro asiento a las posibilidades efectivas de publicación. Así, la América poética no solo constituye un producto de los desterrados argentinos, sino que también influye en buena medida en el arribo del joven poeta a Valparaíso. Por otra parte, las palabras extractadas dejan ver que persiste en su idea de dar a conocer la colección ceñida, todavía, al territorio acotado por el Río de la Plata. Un primer supuesto se eslabona con la variación en la óptica de sus compañeros de exilio, quienes extienden sus intereses al ámbito americano en su conjunto. Por estos años, Alberdi y Echeverría —interlocutores principales de Gutiérrez— conciben proyectos de amplio alcance: en tanto Alberdi prepara las entregas que agrupa bajo el título de Política continental (1844), Echeverría trabaja en la “Ojeada retrospectiva…” (1846) y en su Manual de enseñanza…., escritos donde fácilmente se percibe la amplificación del objeto. Tanto es así que, refiriéndose a este último título, Echeverría no duda en enfatizar la correspondencia entre los países y, por lo tanto, el carácter extensivo de su Manual: “Mi obra no es local sino americana, porque es uno el espíritu y la tendencia de la revolución de los pueblos sudamericanos” (Gutiérrez 1979: 290).