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  • De manera m s radical creemos que no

    2018-10-22

    De manera más radical, creemos que no solo estamos ante nuevos discursos sobre la sexualidad y otras prácticas, sino ante un nuevo tipo de sujeto. No es posible explorar nicotinic receptor agonist esta hipótesis en este artículo, pero es importante plantearla, porque no podremos entender nicotinic receptor agonist cabalidad los procesos sociales, simbólicos y subjetivos que acá analizamos si no se considera el horizonte de una mutación subjetiva que habrá de profundizarse en lo venidero. Nuestros informantes son en cierto sentido resultado de una sociedad que ha experimentado enormes cambios económicos, políticos y culturales y que, además, ya no puede definir sus fronteras simbólicas ni imaginarias de manera estricta o tajante, debido a los procesos de globalización y trasnacionalización. Son sujetos educados, los cuales se han socializado en una cultura mediática en expansión, tienen contacto con otras sociedades y culturas de modo sistemático y constante, y asumen una crisis de las instituciones clásicas en el campo de la sexualidad, pero también en la sociabilidad, la movilidad social y la política. A su vez, son personas que han sido entrenadas y han vivido con algunas de las herramientas que el sistema económico y el mercado ofrecen: tarjetas de crédito, por ejemplo. Forman parte de lo que algunos llaman el nuevo proletariado o cognitariado (Lazzarato 2010; Berardi 2010; Virno 2003), dedicado esencialmente a trabajos inmateriales o a labores simbólico-afectivas, que utilizan de manera intensa sus capacidades cognitivas, afectivas y creativas para trabajar. Acostumbrados a la incertidumbre, hacen de la flexibilidad de los mercados laborales una cualidad personal. Educados en contextos de cambio y de fluctuación colectiva, hacen del riesgo un código de cálculos subjetivos y de ecuaciones emocionales y vinculares que reemplazan el lenguaje de las certezas por el de las probabilidades. Estas nuevas figuras de la subjetividad —para usar una expresión de Hardt y Negri (2005)— pueden ubicarse en el tránsito de las sociedades disciplinarias a las que Deleuze bautizó como sociedades de control. En la sociedad de control, escriben Hardt y Negri, “los mecanismos de dominio se vuelven aún más ‘democráticos’, aún más inmanentes al campo social y se distribuyen completamente por los cerebros y los cuerpos de los ciudadanos, de modo tal que los sujetos mismos interiorizan cada vez más conductas de integración y exclusión social adecuados para este dominio” (Hardt y Negri 2005: 44). La sociedad de control, añaden, “podría caracterizarse por una intensificación y una generalización de los aparatos normalizadores del poder disciplinario […] a Chromocenter través de redes flexibles y fluctuantes” (Hardt y Negri 2005: 44). Deleuze señala que los controles en esta sociedad constituyen una modulación que se modifica de manera constante, el control se ejerce a corto plazo “y mediante una rotación rápida, aunque también de forma continua e ilimitada”, y el sujeto de control es ondulatorio y permanece en órbita, “suspendido sobre una onda continua” (Deleuze 1999: 251). La paradoja subjetiva que se intensifica, si no es que surge, en estas sociedades es que el control que se ejerce de manera más difusa, pero también más intensa, se lee a partir de discursos de autonomía, elección y libertad. Y un dispositivo central en la producción de esos discursos será el mercado. Veremos que el consumo sexual será significado como una práctica emancipadora en muchos sentidos, que permite destrabar a la sexualidad de sus últimas ataduras imaginarias y experienciales. Los sujetos que realizan algún tipo de consumo sexual sienten y creen que eligen, de un repertorio amplio de posibilidades, aquellas que les otorgan mayor placer y goce. Consumen eligiendo y, por lo tanto, la capacidad de elección, sostenida en una cierta capacidad de compra, será el rasgo central de este tipo de consumo. Pero eligen porque saben, porque buscan experimentar y porque ya no están atados por las antiguas convenciones del sexo monógamo, penetrativo o conyugal. Son consumidores expertos con ansias de libertad; exploradores de sí mismos, de sus cuerpos y de los de otros. Pero el control —incisivo, sutil y tenue— se produce justo cuando los individuos creen decidir por sí mismos, cuando consideran que desafían algún tipo de poder macizo y contundente, como las prohibiciones que impiden la libertad sexual.