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  • Un Estado que cuenta con una

    2018-10-30

    Un Estado que cuenta con una política monetaria soberana y se endeuda en su propia moneda, no se ve sujeto THZ2 este tipo de presiones por parte de los mercados financieros, pues siempre puede monetizar su deuda (Krugman, 2013). Lo anterior es reconocido por los propios mercados, ya que países que conservan su soberanía monetaria, como Japón e Inglaterra, pagan una prima de riesgo baja por colocar su deuda pública a pesar de tener déficit fiscales y niveles de endeudamiento mucho más elevados que un país como España, que perdió su soberanía monetaria con la adopción del euro (De Grawue, 2011). La escasa movilidad de la fuerza de trabajo vuelve además imposible amortiguar la crisis por medio de una relocalización de los factores de la producción. En una “zona monetaria óptima” (Mundell, 1961), es decir, en cualquier Estado moderno correctamente constituido, la fuerza de trabajo se pueden desplazar libremente entre las regiones que lo componen. De esta forma, si una región se ve sujeta a shocks de demanda o de oferta negativos, sus habitantes pueden emigrar en busca de mejores oportunidades de empleo. Con esta movilidad del trabajo, se incrementa la productividad de los trabajadores que permanecen en la zona deprimida, mientras que la fuerza de trabajo que emigra se puede ocupar en sectores en expansión con alta productividad. Sin embargo, en la zona euro existen una serie de barreras culturales y lingüísticas que impiden el libre desplazamiento de la fuerza de trabajo, por lo que no se pueden amortiguar los shocks asimétricos por medio de desplazamientos de los factores de la producción. Por los cuatro factores anteriormente expuestos, la zona euro no es una zona monetaria óptima en el sentido de Mundell (1961), por lo que shocks asimétricos ponen en entredicho la integridad del proyecto comunitario europeo. Pongamos un ejemplo para ver cómo estas fallas institucionales interactúan en el desarrollo y agravamiento de la crisis. Los bancos españoles generaron una burbuja inmobiliaria que estalló con la crisis de las hipotecas subprime. Al no existir una unión bancaria y presupuestaria europea, el Estado español tuvo que rescatar con sus recursos fiscales a los “bancos españoles”, que tienen operaciones en todo el mundo. Por la magnitud de las operaciones de estos bancos, el costo del rescate se volvió excesivo para las finanzas públicas españolas, por lo que se incrementó aceleradamente su nivel de endeudamiento público.
    III. Explicaciones equivocadas, soluciones equivocadas: la austeridad como respuesta a Vesicle un mal diagnóstico La explicación oficial de los orígenes de la crisis de la deuda soberana que propagan los organismos transnacionales que componen la troika es la siguiente: a diferencia de los frugales alemanes, los ciudadanos del sur de Europa incrementaron sus salarios por encima del crecimiento de la productividad del trabajo, permitieron una cultura de corrupción y evasión de impuestos, y se retiraron muy jóvenes. Sus gobiernos “populistas” gastaron más de lo que sus economías les permitían en rubros como salud, educación, seguridad social y construcción de infraestructura, amén de la corrupción generalizada que impregna sus sociedades, lo que tuvo por efecto la acumulación de desequilibrios fiscales y externos que a la postre resultarían insostenibles. En una frase: “vivieron por encima de sus medios”. Es por ello que la crisis los obliga, ahora, a corregir sus desequilibrios por medio de una “devaluación interna” que recupere el equilibrio de sus finanzas públicas y vuelva a alinear la competitividad de sus economías con la de los países superavitarios del norte del continente (Kregel, 2011). Las políticas de austeridad parten del diagnóstico equivocado de que hay una relación causal unidireccional entre un alto nivel de endeudamiento y un bajo nivel de crecimiento económico (). De acuerdo con algunos académicos, entre los que destacan Reinhart y Rogoff (2010), un nivel de endeudamiento público que se acerque al umbral de 90% del PIB provoca un crecimiento económico por debajo de la media. Un endeudamiento por encima de este “umbral de tolerancia” puede ocasionar un alza repentina de la inflación y de las tasas de interés, lo que repercute negativamente sobre la inversión y, por lo tanto, sobre la tasa potencial de crecimiento de largo plazo de las economías. En esa medida, es urgente que la agenda pública se concentre en reducir aceleradamente el nivel de endeudamiento público, por medio de políticas de austeridad fiscal que contraigan la absorción interna y vuelvan a poner las finanzas públicas en un sendero sostenible.